Según cuentan las obras de los tÃteres cataneses, el castillo construido por Federico II de Suabia no estaba habitado inicialmente por humanos, sino por los gigantes Ursini (de ahà su nombre).
El paladÃn Uzeta, nacido de la mente creativa de Don Raffaele Trombetta, un hábil titiritero de Catania, reelaboró la historia de los gigantes del Castillo donde, en su versión, no serÃa Roger el héroe que derrotó a los gigantes sarracenos, sino un valiente condottiero de Catania, Uzeta, hijo de un humilde tejedor, que vivÃa en la calle Naumachia.
Antaño sede del parlamento, el castillo cuenta con muros de unos 10 m de altura y 2,50 de grosor construidos con piedra de lava, torres circulares, un foso exterior como protección y un puente levadizo.
El destino del castillo no fue siempre ser el hogar de los castellanos: a principios del siglo XVI se transformó en una prisión para presos polÃticos, personajes incómodos y criminales de cierto rango. Se dice que las condiciones de reclusión eran escalofriantes y que, en unos dos siglos, la prisión sólo liberó a 14 presos: todos los demás nunca salieron vivos de los muros del castillo.
Las celdas eran pequeñas, oscuras y estaban infestadas de ratones y otros animales.
En las paredes de esas cámaras de la muerte aún se pueden ver los grafitis, las inscripciones y señales de los condenados, sus últimos pensamientos y lo que hoy nos muestra su existencia.
Las frases, a menudo inconexas, están escritas en su mayorÃa en siciliano, pero como también hay prisioneros extranjeros también hay pensamientos escritos en latÃn y español.
Se dice que además de ser un museo hoy es también un lugar de manifestaciones extrasensoriales.Â
Se dice, de puertas que se abren y cierran a voluntad, de objetos que se mueven sin que nadie los dirija, de gemidos y gritos que aterrorizan a los visitantes.
La leyenda cuenta que los espÃritus no sólo pertenecÃan a los prisioneros que murieron entre sus muros, sino también a los de Catania que se habÃan opuesto a la construcción del castillo y que el rey habÃa "ahogado en su propia sangre".