Se calcula que el anfiteatro podía acoger a más de 15.000 espectadores sentados y casi el doble de pie El anfiteatro de Catania es estructuralmente el más complejo de los anfiteatros sicilianos y el más grande de Sicilia. Pertenece al grupo de grandes fábricas como el Coliseo, el anfiteatro de Capua, la Arena de Verona.
Numerosas leyendas están vinculadas a este anfiteatro, cuyos túneles internos se extienden por toda la ciudad y esconden otra ciudad llena de misterios aún por descubrir. Gracias a su conformación, el anfiteatro sobrevivió a los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial y fue utilizado como refugio antiaéreo por los habitantes de Catania.
Al parecer, en el año 252 d.C., un río de fuego se dirigió hacia las puertas de la ciudad, y los habitantes, preocupados por su campo, acudieron a la tumba de Santa Ágata para coger el velo mortuorio, utilizándolo para detener el avance de la erupción de lava y que ésta se detuviera justo delante del anfiteatro y de la iglesia de Santa Ágata, donde los habitantes habían corrido a pedir ayuda.